martes, 11 de marzo de 2014

Reflexiones sobre True Detective y el entusiasmo social

Me levanto la mañana del 11 de marzo de 2014, me meto en Twitter y, sorteando mensajes y mensajes sobre el aniversario del atentado contra los trenes de Atocha, leo opioniones sobre el final de la primera temporada de True Detective y, la verdad, me parece que habeís perdido el norte, que habeís dejado de lado la perspetiva histórica del género y os habeís dejado llevar por el entusiasmo de encontrar algo que merezca la pena ver entre tanto producto mediocre. Para que quede claro, lo que voy a explicar a continuación es mi visión de una muy buena serie que, sin embargo, la veo lejos, muy lejos, de las grandes hazañas del género.
Tengo que decir que he disfrutado True Detective durante estas semanas como el que más, he esperado lleno de entusiasmo a que cada semana saliera un nuevo episodio para devorarlo y quedarme después solo, en mi sillón, diciendo: "Qué serie más cojonuda"
Sin embargo, leo esta mañana en nuestra red social de cabecera cosas como (sin citar a nadie que luego la gente se me ofende) que es una serie histórica, que nada igual desde ésta o la otra serie emitida hace una década, o adjetivos como "novedosa" o "alucinante" empleados, en mi opinión, con demasiada ligereza. La verdad, no lo veo así.
Me parece una serie que tiene dos aspectos clave, que hay que destacar, o dos vertientes que la vertebran, podríamos decir. Uno es la investigación policial, otro, las reflexiones de Rust.
En cuanto a la investigación policial, he de decir que es atractiva pero no novedosa. El rollo de policía rebelde que lleva su investigación como una especie de locura hasta comprometer su trabajo, sus amistades y hasta su vida no es algo novedoso, se veía desde el primer momento que íbamos a acabar ahí. Luego, hay que decir que la temática del caso en sí, una mezcla de pedofilia, ritos satánicos, religión, desapariciones de niños, locuras, psicosis... Todo muy macabro, esconde una intención de atraer al espectador a cualquier precio, sin embargo, no es nada novedoso, es incluso mediocre. Es como si viera la conversación en la mesa de guionistas, "tenemos que hacer esto interesante, vamos a meter todo lo morboso que se os ocurra, aunque al final salga un popurrí de estigmas suburbanos".
Sin embargo, tengo que decir que me ha gustado especialmente el tratamiento del tiempo durante la primera parte de la serie, el ir contando la historia policial a través de las entrevistas a Rust y Marty, mientras nos enseñaban una especie de recuerdos suyos. Ha sido uno de sus grandes aciertos, pero más allá de eso, la investigación policial me parece tan interesante como habitual en el medio.
En cuanto a lo que podríamos llamar El laberínto caótico de la mente de Rust, tengo que decir que empecé disfrutándolo mucho y conforme avanzaba la serie he tenido la sensación, por momentos, de que al amigo Pizzolatto se le iba de las manos. Hay algunos momentos en que ni McConaughey sabía lo que estaba diciendo, me han sobrado algunos momentos de divagación exagerada, en los que, al menos yo, perdía el hilo entre metáforas y evidencias vitales (aunque tampoco me sorprende cierta fascinación ante lo incomprensible, etapa transitoria)
Pero lo que sí que me ha sobrado de todas todas es el speech final de Rust (SPOILER!!!!) en la puerta del hospital, donde el hombre frío e imperturbable que nos había enamorado a todos se revela como un hombrecillo atormentado por la oscuridad que echa de menos a su hija y a su padre (al que, por cierto, odiaba tanto) Me niego a pensar que una experiencia al borde de la muerte transforme a ese hombre inclasificable en un vulgar mortal que ama a su familia y que ve esperanza en el mundo. Ese no es mi Rust. Con todo lo que ha pasado ese hombre, estando infiltrado, con su dominio de la condición humana en los interrogatorios, con lo que tuvo que ver invesitgando los asesinatos y abusos de niños, después de ver ese vídeo que a todo el mundo sobrecoge, un hombre moldeado por la soledad, no me creo la escena final, no me la creo.
¿Un final feliz para True Detective? ¿Marty reconciliándose con su familia, llorando como si estuviera arrepentido? ¿Rust derrumbado en una silla de ruedas con una bata de hospital hablando de Alaska? ¿la luz ganándole terreno a la oscuridad?
Me parece incluso razonable que Pizzolatto pensara en dar esperanza, comprendo que un final feliz es reconfortable, pero yo creo que la serie no lo merecía, en mi opinión, merecía un final tan crudo como el resto de lo que nos han mostrado. Tres muertes es Carcosa no habría cambiado mi percepción de la serie, pero me hubiera parecido mucho más coherente.
En mi primer tweet de la mañana, antes de leer y pensar todo ésto que he escrito, he puesto: "Lo mejor de largo de 2014 pero me sigue gustando mas Utopia". Y así lo sigo pensando ya al medio día.